21 de junio de 2013

Volver a los orígenes


José Trepat

Se puede condensar toda la historia de un lugar en un pequeño libro hecho "a pulmón", sólo con el esfuerzo de una persona? Esto es lo que ha intentado Jaume Camps Poch "como un deber del presente hacia los hijos de los cubellenses, como una herramienta para conocer su propia historia", y también para que amigos y visitantes puedan acceder a un fragmento pequeño pero real y significativo del recorrido histórico de Cataluña.

Hurgando en la biblioteca personal me encuentro nuevamente con este libro escrito hace 20 años, que me sirve de guía para buscar una vez más datos acerca de la historia familiar, tarea que sabía iba a ser infructuosa, pero al menos queda el consuelo de poder conocer mejor el entorno de nuestros orígenes.

Sobre el promontorio más elevado de la pequeña serranía, la antiquísima Villa de Cubells domina gran parte de la comarca lleidetana de l’Urgell. Algunos han bautizado a este poblado como “el balcón de l’Urgell”, y no les falta razón, ya que sólo basta situarse en la plazoleta frente a la histórica iglesia del Castell y recorrer con la mirada el entorno, 400 metros más abajo, para ver la ciudad de Lleida, capital de la provincia. A la izquierda del observador se atisba Cervera, y en días luminosos hasta se alcanza a ver la formación rocosa de Montserrat.

Iglesia de Nuestra senyora del Castell


Actualmente Cubells es un pueblo que sólo guarda recuerdos de su antiguo esplendor, un esplendor relativo, claro está. La emigración a urbes más pobladas ha sido el factor que lo ha ido desmoronando poco a poco, aunque también es cierto que muchos de sus antiguos pobladores volvieron para edificar casas de vacaciones o fines de semana. Los vecinos recuerdan que Cubells tenía unos dos mil habitantes, en los siglos XVII, XVIII y XIX, contra los 600/700 actuales. Estos guarismos carecen de exactitud; son apenas referencias de quienes siguen viviendo en sus calles estrechas, muchas de las cuales permiten sólo el paso peatonal.

Llegando a Cubells desde Artesa de Segre
La desaparición de sus viñedos, la crisis en la producción de aceite, la falta de regadíos y la desvalorización del campo como contrapartida por los elevados precios en las ciudades, ha hecho que muchos afirmen que este pueblo ha tenido un pasado interesante y que visto el presente, se pregunten si tendrá un futuro.

"Mi" casa reformada. En 1940 no tenía revoque, tal como puede
verse debajo de estas líneas

Esta foto se había extraviado; la encontré y la publico.
Parte trasera de la casa que se ve en la foto anterior
Llegando desde Artesa de Segre por la ruta nacional número 12, la subida al poblado en coche se ve muy facilitada por un acceso amplio, de escasa pendiente y totalmente seguro. En el punto más alto, en una explanada llegamos a lo que fue el castillo de Cubells, en el centro de la medieval y románica población, y del que apenas quedan rastros. Como otros en las distintas comarcas, el castillo comenzó a construirse en el año 791, como una especie de línea de resistencia cristiana al avance los árabes que habían invadido la península.

Calla del Calvario por la que pasaba la procesión de Semana Santa
¿Cómo se obtienen estos datos? La respuesta sería que indagando en archivos del Ayuntamiento o las sedes parroquiales, además de alguna biblioteca bien provista, pero en este caso la tarea se ha visto facilitada por un pequeño libro que un ciudadano cubellense, Jaume Camps Poch, editó hace algunos años después de, seguramente, un ingente esfuerzo por recopilar datos y fotografías en blanco y negro que aun resisten el paso del tiempo. Una vez impreso, el libro fue distribuido entre familiares y amigos del autor. El resto de la edición fue entregada a las autoridades del pueblo para que las ganancias derivadas de su comercialización fuesen destinadas a la reconstrucción de la fachada de la iglesia de Nostra senyora del Castell.


 El libro lo conseguimos durante una anterior visita a Cubells, lugar de nacimiento de quien esto escribe, y del que guarda recuerdos -no todos felices- que perduran en la mente a pesar de los años -o décadas- transcurridos. En esa visita, estábamos dando la vuelta a una de las dos iglesias que se mantienen en pie -la del campanario, o sea la iglesia de Sant Pere- cuando, de una casa vecina, salió un hombre de mediana edad que llevaba varios libros bajo el brazo y se dirigió directamente hacia nosotros. Se presentó como el encargado de cuidar las iglesias y acto seguido ofreció un libro a cada uno diciendo que se trataba de la historia de Cubells, y que el precio era "a voluntad" como una manera de sostener su publicación. Compramos uno y como "premio", extrajo una enorme llave y nos ofreció visitar la iglesia en cuyo interior sólo había un Cristo en la cruz y la imagen de una virgen.

Foto tomada desde una de las viviendas nuevas que se levantan
junto a la carretera. Al fondo a la izquierda, en el promontorio,
está Cubells
Evidentemente feliz por haber vendido un libro -sólo uno- y por la presencia de visitantes, se ofreció para llevarnos hasta la otra iglesia, la del Castell, que estaba más ornamentada pero todo dentro de un plano muy modesto. "Estais pisando las tumbas de miembros de la iglesia", dijo al ingresar. Efectivamente, a nuestros pies estaban grabados sobre la piedra los nombres y el año de la muerte. Al finalizar la breve visita el hombrecillo se alejó rápidamente haciendo tintinear las gruesas llaves, feliz en su limitación mental, por haber cumplido con su tarea de "cuidar y mostrar las iglesias del pueblo".

Vista desde la parte alta del pueblo
Casas derruídas y otras nuevas en construcción ofrecían un marcado contraste entre lo que era el pueblo cuando lo abandoné en 1947 para ir "a la América" y lo que es hoy. En esos años posteriores a la Guerra Civil los habitantes no se ocupaban de construir sino de sobrevivir, mientras que en la actualidad lo que se construye son casas de fin de semana, pero por suerte el núcleo histórico está siendo respetado por la piqueta.

Casas abandonadas. El tiempo no perdona
Cubells tiene ayuntamiento, escuela y una tienda de comestibles que abastece a la escasa población, que sin embargo no se deja ver mucho cuando uno camina por sus calles, todas en desnivel. También, en la parte baja, una bien provista residencia para ancianos. Las construcciones nuevas se han hecho casi todas junto a la carretera que une a la villa con Balaguer, a 20 kilómetros, y Artesa de Segre, a ocho, las dos ciudades próximas más importantes.

Cubells hace algunos años
Algo que es común en los pequeños pueblos: el alcalde es propietario de la tienda de comestibles y el encargado de perpetuar una tradición familiar, como es el faenado del cerdo y la elaboración de embutidos que desde hace años gozan de merecida fama en los alrededores. Ese reconocimiento es de absoluta justicia ya que sus productos artesanales tienen un sabor que no se encuentra en otros puntos más industrializados como Barcelona, por ejemplo. Por eso es casi una obligación hacer acopio de esas delicias en cada visita a Cubells.

Carretera abajo, en dirección a Artesa, Cubells tiene, cómo no!, su propio cementerio; nichos y fosas en una pequeña parcela rodeada por una pared de ladrillos revocados y al que se accede a través de una vieja puerta enrejada, siempre y cuando se pida la llave al ayuntamiento. El tiempo ha hecho estragos y muchas de las inscripciones en cruces y lápidas ya no pueden leerse, o sea que la búsqueda de nombres y fechas suele terminar en fracaso.



Una estación de servicio y un restaurante-hotel ofrecen al viajero hacer un alto en el camino y ayudan a que el progreso mantenga al pueblo en el mapa.

Como toda comunidad celosa de su lugar en la historia, Cubells celebra anualmente sus fechas tradicionales, y en todas la gastronomía ocupa un lugar importante.



Final de la visita. Los caracoles son una excusa para degustar las
diferente salsas, todas de gusto intenso, como corresponde. El vino,
siempre con moderación, como lo documenta la foto.

4 comentarios:

flaco dijo...

Tenías la foto de tu casa en blanco y negro en Munro, colgada en una pared del living de entrada si no recuerdo mal. Lo que uno lleva en las tripas no lo olvida nunca más.

jose trepat dijo...

Así es flaco. Quería ponerla en esta nota pero no la encontré en su momento. Luego apareció, así que creo que la voy a incluir, aunque lo haya hecho hace tiempo en otra nota. Gcs. slds.

flaco dijo...

Disculpá mi pesadez, (soy más pesado de vaca en brazos), sería bueno que describas "TÚ" casa como era, de la misma forma como me contaste en aquella época. Me refeiero a su distribución, donde estaban los animales, donde la cocina, los dormitorios etc,etc,etc,...Eso nos permite imaginar una época (no tan lejana) de las comodidades que hoy en día tenemos. Abrazos y cariños para todos. Los extrañamos MUCHO.

Unknown dijo...

Genial! Que suerte que hayas documentado esto y poder enseñar la casa donde vivisteis tu y mi padre de niños. Un abrazo!!